De la mina salieron 33 nuevas celebridades


Tras su tragedia, los mineros de Atacama hallaron una mina de oro. ¿Están preparados para una vida ostentosa? ¿Sobrevivirán, ahora, a la presión mediática?

JOSÉ ALBERTO MOJICA P.
ENVIADO ESPECIAL DE EL TIEMPO
COPIAPÓ (CHILE)

La mujer trata de ocultar su rostro tras unas gafas oscuras de lente grande y una pañoleta negra le cubre la cabeza; camina con pasos apurados y se escabulle por entre el enjambre de reporteros de 40 países que aguardan impacientes por ella o por cualquier familiar de los 33 mineros rescatados.
Afuera del hospital de Copiapó, en el norte de Chile, todos esperan que diga algo, que escupa alguna palabra. Cualquier cosa sobre las primeras horas de su esposo fuera de los 622 metros de tierra que le sepultaron la vida durante 70 días.
“Parece Paris Hilton o Britney Spears evadiendo a los paparazzis”, fueron algunos de los comentarios. Pero no. Es Elvira Valdivia, la esposa de Mario Sepúlveda, el carismático minero rescatado en el segundo turno. Elvira no respondió nada y se adentró en el hospital a reunirse con su marido.
Ni los mineros ni sus familiares quieren hablar con la prensa, y no callan por capricho: exigen –como debe ser- respeto y privacidad. Sin embargo, lo que se comenta tras el exitoso rescate es que la presión mediática los ha llevado a asumir ese hermetismo tras un supuesto interés comercial.

Sólo unos pocos han dado cortas declaraciones sobre lo felices que están, al ser acosados por los reporteros que han tratado, incluso, de metérseles a sus viviendas después de que abandonan el hospital.
En esta población chilena de 147 mil habitantes que se levanta en medio del tostado desierto de Atacama, se rumora que un prestigioso periódico alemán ofreció 45 mil dólares por la entrevista exclusiva con cualquiera de los 33 rescatados (con todos los detalles), y que un diario británico está dispuesto a pagar lo que sea por la primera foto del minero Ariel Ticona con su hija Esperanza (el mismo nombre del campamento armado en la mina San José) y que nació mientras él estaba cautivo en las entrañas de la tierra.
Elizabeth, la esposa de Ticona, reconoció que la foto la tomará el que más ofrezca. Pedro, el hermano del minero Víctor Segovia –quien escribió un diario en el socavón- contó que les han ofrecido hasta 50 mil dólares por los textos.
Horas después de emerger en la cápsula Fénix 2, Marío Sepúlveda pidió que no lo trataran a él ni a sus compañeros como si fueran artistas. Sin embargo a él ya le ofrecieron empleo como presentador de televisión después de haber demostrado habilidades al hacer los reportes de lo que transcurría en la mina, en los videos que le dieron la vuelta al mundo.
Lo que les espera es una vida de celebridades. El famoso presentador chileno Mario Kreutzberger, más conocido como ‘Don Francisco’ -quien visitó el campamento-, prometió llevar a los 33 mineros a su programa, que se graba en Estados Unidos, donde también pasarán vacaciones. La mayoría de ellos nunca ha salido de sus provincias. “Aunque no lo quieran, son ahora unas celebridades”, comentó don Francisco.
El presidente Piñera los llevará al Palacio de la Moneda, donde jugarán un partido de fútbol, y les aseguró que nunca los dejará solos, dejándoles en claro que tienen al gobierno chileno a sus pies.
Una compañía minera los llevará a Grecia, a ellos y a sus familias, con todos los gastos pagos. También conocerán España e Inglaterra, por invitación del Real Madrid y del Manchester United, que los pondrán en primera fila en uno de sus partidos. Al minero Edison Peña, conocido como el atleta de la mina, le ofrecieron un viaje a Nueva York, a cubrir la maratón.
“Si se les apareció la virgen a los mineros, se lo tienen bien merecido por todo el sufrimiento que pasaron”, le dijo a EL TIEMPO el sociólogo chileno Eugenio Tironi, quien confía en que los 33 héroes de Atacama, como ya se conocen, aprendan a administrar su condición de celebridades emergentes.
“Los mineros están acostumbrados a tenerlo todo, y a perderlo todo de repente. Y si se equivocan con su nueva vida, también tienen su derecho”, reflexiona Tironi y enfatiza en que si ellos supieron sobrellevar las dificultades de su encierro, con un temple extraordinario, también sobrevivirán a la fama.

Dinero y reconocimiento
Desde que estaban atrapados, empezaron a recibir dinero. El excéntrico empresario minero Leonardo Farkas, famoso porque les regala plata a los más pobres, le donó cerca de 10 mil dólares a cada una de las familias de los obreros.
Además, avanza una demanda multimillonaria contra la firma San Esteban, que operaba la mina donde ocurrió el accidente, llenando así los bolsillos de estos mineros que no se ganaban más de 700 dólares al mes por descuajar una montaña de piedras filosas en busca de oro.
La socióloga Andrea Hernández, de la Unidad de Estudios del Ministerio de Cultura de Chile, cree que ellos no sólo tendrán que aprender a racionalizar el dinero sino los costos que representa ser flores de un día.
“En unos meses van a volver al anonimato y serán de nuevo ciudadanos de a pie, porque este es un país con una memoria a muy corto plazo”, analiza la especialista.
Según ella, Chile se ha caracterizado por hacer este tipo de exacerbaciones, de construir figuras heroicas de gente pobre, que después se desploman como castillos de naipes. “Este tipo de ídolos cae con facilidad”, advierte Hernández, quien también cree que es un reto dominar los individualismos que posiblemente empezarán a aflorar entre ellos después de demostrar un ejemplo de unidad comunitaria.
Esto, a propósito de una supuesta promesa que hicieron los mineros, desde que estaban atrapados, de repartir en partes iguales el dinero recaudado por las entrevistas.
Martha Lagos, directora del centro de estudios de opinión pública Mori, también habla del drástico cambio que sufrirán las vidas de los que fueran unos humildes obreros de la minería.
“La tragedia les soluciono la vida; seguro van a dejar de ser mineros, van a vivir en otros países y van a enriquecerse. Bienvenido eso para ellos”, comenta Lagos sobre los 33 mineros, cuya historia será contada en películas, documentales y libros, que también les dejarían ingresos.
No obstante, para ella el más valioso de los milagros recientes es la voz que adquirieron los más pobres de Chile, en un país en el que el poder político y económico es el único que se ha escuchado.
Eso, además de impulsar al gobierno chileno a mejorar las condiciones de seguridad en la industria minera.
Nelson Araya es el presidente del Sindicato de Trabajadores de la mina Candelaria, ubicada en inmediaciones de la mina San José.
El hombre, minero de pica y pala, sabe cómo se sufre y se expone la vida en un oficio en los socavones.
“Cuando un minero sale a la faena (a trabajar), no se sabe si volverá a casa”, lamenta él.
Datos del Servicio General de Geología y Minería (Sernageomin), cuentan que en lo corrido del año han fallecido 33 mineros, en Chile, en desarrollo de sus trabajos. En los últimos 10 años han fallecido 373 mineros.
Araya hace cuentas de todo el dinero que se invirtió en el rescate de los 33 (entre 10 y 20 millones de pesos según el presidente Piñera) y dice que si al menos se destinara algo de esos recursos en la seguridad de las minas, se hubieran evitado ese y otros accidentes.
“En Chile se mueren mineros casi todos los días. Y eso, hasta ahora, no ha sido noticia”.

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