La psicóloga Alejandra Quintero se dio a conocer en el programa de televisión ‘Sexo a lo bien’; luego, en su blog ‘El diván rojo’. Propone una revolución erótica para ser felices.
Ella es una mujer que se deja leer.
En la espalda, debajo de la nuca, tiene un tatuaje en letra cursiva que dice: "Mujer molotov, sexíbora y ferótica".
"Molotov", explica Alejandra Quintero, porque así la definieron sus amigos al referirse a su temperamento incendiario. Y "sexíbora" y "ferótica" porque así la denominó el poeta suizo Christian Vetz, cuando la conoció en Medellín. Entonces, tenía apenas 18 años.
"Sexíbora" -cuenta- es una mezcla entre sexy y víbora (o devoradora). Y "ferótica": feroz y erótica. Eso, según la inspiración de su amigo poeta.
En la espalda, debajo de la nuca, tiene un tatuaje en letra cursiva que dice: "Mujer molotov, sexíbora y ferótica".
"Molotov", explica Alejandra Quintero, porque así la definieron sus amigos al referirse a su temperamento incendiario. Y "sexíbora" y "ferótica" porque así la denominó el poeta suizo Christian Vetz, cuando la conoció en Medellín. Entonces, tenía apenas 18 años.
"Sexíbora" -cuenta- es una mezcla entre sexy y víbora (o devoradora). Y "ferótica": feroz y erótica. Eso, según la inspiración de su amigo poeta.
Tiene cuatro tatuajes más: uno en el brazo izquierdo que
dice "El eterno
retorno",
concepto que descubrió y apropió en Así habló Zaratustra, uno de los
primeros libros de
Nietzsche que leyó en su adolescencia. A Nietzsche, afirma,
le adeuda su
pensamiento humanista, vitalista y reflexivo.
Debajo de su oreja
izquierda se lee "Eros", y en la derecha, "Tánatos".
"Eros,
desde el sentido de
la vida. Y Tánatos, por la muerte, pero por la muerte
fértil, la que
destruye para cambiar y mejorar", cuenta Alejandra con acento
paisa y voz recia. El
último tatuaje está en el brazo derecho, con otra de sus
premisas de vida:
"Más allá del bien y del mal".
Alejandra detiene el
tráfico por donde camina. Viste una falda negra que forra
una silueta esbelta,
corsé negro, camisa blanca de manga larga con cuello de
cura (clergyman),
medias veladas de malla que forran unas larguísimas piernas
y tacones rojos. Alta
y elegante. Sí, la femme fatale. Bella y provocadora.
Pero es mucho más que
eso: es la creadora de una iniciativa que busca que la
gente viva su
sexualidad desde el placer, la felicidad y el bienestar, sin
tabúes de por medio,
que denominó 'Revolución erótica, solar y lunar'. Sexo
sin fines
reproductivos. Amor y sexo libres. Buen sexo, para vivir mejor.
"Si soy
atractiva es por una casualidad de Venus y por genética. Pero la
inteligencia sí se
cultiva con la experiencia y sobre todo con la lectura",
dice esta psicóloga
de 30 años, que hizo del sexo y del erotismo su proyecto
de vida.
"Soy psicóloga y
asesora sexual, y defiendo y promuevo el erotismo", pregona.
Alejandra, la mayor
de cinco hermanos (cuatro mujeres y un hombre), hija de un
comerciante al que le
heredó la pasión por los libros y de una ama de casa a
quien le aprendió que
hay que educar las emociones, se declara "erotista de
nacimiento y
hedonista en formación".
El erotismo lo
descubrió en la biblioteca de su padre, en el libro Las alcobas
del silencio, del
autor francés Antonio Mantegna, que narra las aventuras de
un chino en Venecia.
Tenía 8 años.
La pequeña y curiosa
Alejandra fue creciendo, como su interés por este tema.
En el colegio se
convirtió en la consejera sexual de sus compañeras, mucho
antes de haber tenido
ninguna experiencia. Se graduó de un colegio de monjas,
de vocación
normalista. De ahí surge el acento pedagógico de su discurso.
Estudió Psicología en
la Universidad María Cano, en Medellín (la expulsaron de
una universidad
católica por ser tan contestataria), y al graduarse, después
de hacer una
especialización en Psicología Organizacional y de asesorar a
varias empresas,
decidió escribir sobre sexualidad y erotismo.
Empezó en un portal,
como columnista, y luego montó su propio blog, al que
bautizó 'El diván
rojo'. Su primera nota fue sobre sadomasoquismo.
A los seis meses ya
era conocida en la capital antioqueña, tanto así que le
montaron un programa
de televisión, en vivo, con la misma propuesta estética y
conceptual de 'El
diván rojo'. No tenía ni idea de televisión, pero aprendió
al punto de
convertirse en una virtuosa presentadora. Pero el programa no duró
mucho tiempo. No
estaba bien visto que una mujer hablara sobre sexo, sin pelos
en la lengua, en una
sociedad conservadora como la paisa.
Al canal llegaban
cartas pidiendo que sacaran el programa del aire y varios
sacerdotes, en el
sermón, conminaron a sus fieles a que apagaran el televisor
cuando ella
apareciera. La acusaban de promover la promiscuidad y el
libertinaje, y de
fomentar una supuesta sexualidad antinatural, porque su
bandera es el sexo
sin fines procreativos.
Montó otro programa,
Sexo a lo bien, dirigido a los jóvenes. Trataba temas
relacionados con los
derechos sexuales y reproductivos, prevención del
embarazo adolescente
y de enfermedades de transmisión sexual.
Trataba, porque el
programa fue clausurado después de dos años al aire, en
enero pasado.
"La actual administración municipal no renovó el contrato, tal
vez este tema no está
dentro de sus lineamientos", comenta.
Pedagogía del placer
Sin embargo, ese no
ha sido un impedimento para su "revolución erótica". Ahora
está en Bogotá,
evaluando propuestas para hacer su programa en un canal de
televisión nacional y
dictando talleres.
Su blog sigue activo,
como siempre, al igual que sus cuentas en las redes
sociales. Aunque en
Facebook le bloquearon su página por "contenidos
obscenos", entre
estos, la imagen de un cuadro en el que una mujer posaba
plácida sobre un
enorme pene. Tuvo que abrir una cuenta nueva.
¿Por qué promover una
mejor vida sexual, a partir del erotismo? Ella lo
explica así: "La
sexualidad es una dimensión que afecta la condición humana. Y
una mala vida sexual
genera mucha infelicidad, en todos los niveles".
Por eso, la
revolución que propone busca derribar esa moral impuesta sobre la
sexualidad a través
de una pedagogía sobre el placer sexual.
"Nos han
enseñado que el sexo está ligado con la culpa, que es pecado sentir,
ver o tocarse. Por
ejemplo, que masturbarse es malo porque sí".
Su propuesta se
encamina a liberar conciencias para que cada quien explore sus
posibilidades, con
algo que ella define como una "ética sexual y erótica,
desde el ejercicio
del autogobierno".
En otras palabras,
liberar mentes y cuerpos, hacer una apuesta por la
secularización de las
pasiones y por sacar del clóset a la sexualidad.
Y en ese sentido,
también es una aliada de prácticas alternativas como el
bondage o el
sadomasoquismo, temas de los que actualmente habla en talleres,
en Bogotá.
"Ojo: estoy
rescatando y haciendo pedagogía desde el placer sexual, pero un
placer ético y
responsable", dice.
Y aclara que si en
esa liberación personal cabe la posibilidad de alguna de
estas prácticas, ya
es decisión de cada quien. "No estoy diciendo: vaya y haga
de todo y libérese
como quiera".
Alejandra también
tiene su consultorio, al que acuden hombres y mujeres por
igual para pedirle
que les ayude a conseguir una vida sexual más feliz, eso
sí, aclarando que no
es sexóloga sino psicóloga especialista en sexualidad y
erotismo.
Entre sus pacientes
hay hombres que quieren mejorar sus estrategias de
seducción y otros que
se quejan de la falta de interés de sus compañeras. "Me
han dicho: parece que
me casé con una monja". Pero también ha atendido a
mujeres que buscan
convertirse en las mejores amantes de sus maridos. No
recomienda libros de
autoayuda ni tips de revista.
"La vida sexual
no se puede solucionar con tips sexuales. No soy orgasmóloga
ni una tecnócrata del
sexo", subraya.
Alejandra vive sola
en Copacabana, un pueblo a media hora de Medellín, en una
casa que comparte con
dos perras, rodeada de 33 plantas aromáticas y
medicinales. A pocas
cuadras de sus padres. Tiene un jardín de flores, donde
se destaca el
anturio, símbolo del erotismo masculino.
Tiene un clóset con
varias decenas de tacones, corsés, ligueros, guantes,
sombreros y una
nutrida biblioteca. No vive en Medellín porque la espanta el
ritmo desbocado de
las ciudades.
"La gente puede
creer que me acuesto con todo el mundo y que, sexualmente,
hago de todo. Ya no
me le mido a todo porque ya no lo necesito", suelta, al
argumentar que sus
vivencias y sus conocimientos sobre la sexualidad la han
convertido en una
mujer cada vez más responsable con su cuerpo, exigente y
refinada.
De su apariencia,
asegura que no lo hace por mercadeo. "Me visto y me comporto
así porque no puedo
ser de otra manera. Soy erotista por dentro y por fuera".
Y cuando le hacen
propuestas indecentes, responde: "Soy abierta de mente, no
de piernas".
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