El religioso alemán Anselm Grün es uno de los autores de
temas espirituales más importantes hoy. Lo tildan de hereje porque hace
interpretaciones psicológicas de las sagradas escrituras.
Publicado en El Tiempo el 12 de mayo del 2012.
Anselm Grün tiene tantos amigos como enemigos. Los más
conservadores de la Iglesia Católica Romana -a la que pertenece- lo han tildado
de hereje, de pernicioso y blasfemo, de defensor de la homosexualidad y de algo
que lo hubiera llevado a la horca en otras épocas: hacer autoayuda con las
sagradas escrituras.
Pero sus millones de discípulos en el mundo, que viven pendientes de que publique un nuevo libro (lleva 300 títulos traducidos a unos 30 idiomas), lo consideran una voz renovadora que les ha enseñado a tener una fe madura, analítica. Y lo siguen con devoción.
Anselm Grün es un alemán de 67 años, monje benedictino de la abadía de Münsterschwarzach desde los 21, doctor en Teología, filósofo, psicólogo y especialista en Ciencias Económicas. Todas estas áreas del conocimiento las combina en su propuesta evangelizadora, en la que plantea a Cristo como terapeuta y propone, entre otras cosas, un catolicismo de puertas abiertas y un acompañamiento espiritual profundo a los fieles.
También insiste en la necesidad de difundir la fe de la mano de la intelectualidad, tema que, según él, ha descuidado el cristianismo. "Fe y razón deberían estar en relación mutua. Esto vale no solo para el desarrollo intelectual de la religión, sino también para la vida práctica y la proclamación de la moral", afirma. Su discurso unifica la mística cristiana con la psicología moderna y la filosofía oriental.
Considerado hoy uno de los autores de temas espirituales más importantes, Grün estuvo en Colombia dictando varias conferencias que tuvieron gran acogida, pese a que sectores conservadores del catolicismo criticaron a la Conferencia Episcopal por permitirle su ingreso al país.
Pero él parece estar cubierto por un blindaje que lo resguarda de todo. "No. No me afecta que afirmen que hago autoayuda con el Evangelio", dice el sacerdote, un hombre dueño de una paz absoluta y de una piel extrañamente lozana para sus 67 años; su rostro parece el de un beato, enmarcado por una espesa melena blanca, del que se desprende una larga barba de chivo. Camina despacio, forrado por un hábito negro que lo recubre hasta los pies.
"No critico a mi iglesia. Pero muchos buscan la espiritualidad por fuera porque no la encontraron allí. Entonces, habría que revisar la relación con los fieles", dice al reflexionar sobre el hecho de que a la Iglesia Católica le ha faltado reaccionar oportunamente ante las angustias y necesidades espirituales de la feligresía. Y esto, opina, ha hecho que muchos migren hacia congregaciones cristianas evangélicas o hacia corrientes del esoterismo y la nueva era.
Entre las frases famosas de Grün, que cautivan a unos y escandalizan a otros, están las siguientes: "La Iglesia no se puede instituir como la verdad. La verdad es Dios, aunque los dogmas de la Iglesia Católica son verdaderos". Otra: "Jesús no fue salvador desde el principio. Él fue desarrollando desde su interior el arquetipo de salvador". Esto último ha sido interpretado como una ofensa ante la divinidad de Cristo.
También ha dicho que se debe evitar ver la homosexualidad como un pecado. "Con demasiada frecuencia se escucha que la homosexualidad es antinatural. Pero tales valoraciones son falsas.
Las personas homosexuales son iguales a las heterosexuales. Disponen de dones valiosos de los cuales los padres (sacerdotes) deberían alegrarse".
Todos estos puntos de vista le han hecho ganarse sendas críticas, que abundan en Internet. Como la del periodista peruano Alejandro Bermúdez, director del portal de noticias católicas ACI Prensa, quien dijo: "Anselm Grün se ha vuelto muy popular; se ha convertido en una especie de gurú. Puede tener una muy buena intención, el problema es que enseña verdaderas herejías", al referirse a que él suele interpretar pasajes bíblicos fundamentales con argumentos psicoanalíticos, obviando la teología. Y eso -dice- va en contravía de la Biblia y de la Iglesia a la que pertenece y a la que le debe obediencia.
Pero sus millones de discípulos en el mundo, que viven pendientes de que publique un nuevo libro (lleva 300 títulos traducidos a unos 30 idiomas), lo consideran una voz renovadora que les ha enseñado a tener una fe madura, analítica. Y lo siguen con devoción.
Anselm Grün es un alemán de 67 años, monje benedictino de la abadía de Münsterschwarzach desde los 21, doctor en Teología, filósofo, psicólogo y especialista en Ciencias Económicas. Todas estas áreas del conocimiento las combina en su propuesta evangelizadora, en la que plantea a Cristo como terapeuta y propone, entre otras cosas, un catolicismo de puertas abiertas y un acompañamiento espiritual profundo a los fieles.
También insiste en la necesidad de difundir la fe de la mano de la intelectualidad, tema que, según él, ha descuidado el cristianismo. "Fe y razón deberían estar en relación mutua. Esto vale no solo para el desarrollo intelectual de la religión, sino también para la vida práctica y la proclamación de la moral", afirma. Su discurso unifica la mística cristiana con la psicología moderna y la filosofía oriental.
Considerado hoy uno de los autores de temas espirituales más importantes, Grün estuvo en Colombia dictando varias conferencias que tuvieron gran acogida, pese a que sectores conservadores del catolicismo criticaron a la Conferencia Episcopal por permitirle su ingreso al país.
Pero él parece estar cubierto por un blindaje que lo resguarda de todo. "No. No me afecta que afirmen que hago autoayuda con el Evangelio", dice el sacerdote, un hombre dueño de una paz absoluta y de una piel extrañamente lozana para sus 67 años; su rostro parece el de un beato, enmarcado por una espesa melena blanca, del que se desprende una larga barba de chivo. Camina despacio, forrado por un hábito negro que lo recubre hasta los pies.
"No critico a mi iglesia. Pero muchos buscan la espiritualidad por fuera porque no la encontraron allí. Entonces, habría que revisar la relación con los fieles", dice al reflexionar sobre el hecho de que a la Iglesia Católica le ha faltado reaccionar oportunamente ante las angustias y necesidades espirituales de la feligresía. Y esto, opina, ha hecho que muchos migren hacia congregaciones cristianas evangélicas o hacia corrientes del esoterismo y la nueva era.
Entre las frases famosas de Grün, que cautivan a unos y escandalizan a otros, están las siguientes: "La Iglesia no se puede instituir como la verdad. La verdad es Dios, aunque los dogmas de la Iglesia Católica son verdaderos". Otra: "Jesús no fue salvador desde el principio. Él fue desarrollando desde su interior el arquetipo de salvador". Esto último ha sido interpretado como una ofensa ante la divinidad de Cristo.
También ha dicho que se debe evitar ver la homosexualidad como un pecado. "Con demasiada frecuencia se escucha que la homosexualidad es antinatural. Pero tales valoraciones son falsas.
Las personas homosexuales son iguales a las heterosexuales. Disponen de dones valiosos de los cuales los padres (sacerdotes) deberían alegrarse".
Todos estos puntos de vista le han hecho ganarse sendas críticas, que abundan en Internet. Como la del periodista peruano Alejandro Bermúdez, director del portal de noticias católicas ACI Prensa, quien dijo: "Anselm Grün se ha vuelto muy popular; se ha convertido en una especie de gurú. Puede tener una muy buena intención, el problema es que enseña verdaderas herejías", al referirse a que él suele interpretar pasajes bíblicos fundamentales con argumentos psicoanalíticos, obviando la teología. Y eso -dice- va en contravía de la Biblia y de la Iglesia a la que pertenece y a la que le debe obediencia.
Ante las críticas
El bloguero español Isaac García ha pedido que retiren las obras de Grün de las
librerías católicas. "¿Qué sapos colará un monje que piensa que hay que
evitar ver la homosexualidad como pecado?", dice. Y el obispo argentino
Héctor Aguer afirma: "Creo que (Grün) es perniciosísimo y que es un eco de
la new age. Su espiritualidad está basada en la psicología de las profundidades
y en la simbólica de Jung".
Y es que Grün reconoce como uno de sus grandes formadores a Carl Gustav Jung, un médico suizo, discípulo de Sigmund Freud, y figura clave en la etapa inicial del psicoanálisis. "Grün dice que la psicología y el psicoanálisis nos sirven para reconocer cuáles son nuestras heridas, desde la infancia. Y cuando podemos reconocerlas, Jesús puede entrar a repararlas", explica la colombiana Carolina Salamanca, traductora oficial de su obra al español. Ella cree que los puntos de vista de Grün generan tanta ampolla porque ni la Iglesia ni los sectores conservadores aceptan la libertad de fe y espiritualidad que él propone.
Pero él no se espanta frente a las embestidas y sigue adelante con su cruzada. Considera que el mundo actual tiene muchas necesidades como para detenerse. Y habla, por ejemplo, de la globalización de la fe. "Si dejamos la globalización solo para los poderosos, sería una maldición para el mundo. Pero si se globaliza la fe, desde nosotros mismos, el mundo sería mejor".
Escribe sobre lo obsesionada que está la humanidad con el dinero, pero también del anhelo que existe en muchos de enriquecer el espíritu. "En el Antiguo Testamento, los sueños jugaban un papel importante para que los políticos de esa época pudieran gobernar. Los políticos de hoy en día no tienen ningún sueño", opina.
También habla sobre la sexualidad: "En todas las religiones hay una tendencia a ver el placer y la sexualidad como algo negativo. Pero esto, con seguridad, no corresponde a la esencia de la espiritualidad judaica y cristiana".
En sus libros, aborda temas tradicionales de la autosuperación: cómo alcanzar la felicidad personal, cómo sobrellevar el duelo y vencer el miedo al fracaso. "No hay un fracaso que no lleve a un nuevo principio", dice con serenidad en la voz. También habla del poder reparador del perdón, indispensable si se quiere alcanzar una verdadera paz espiritual.
Uno de sus libros más vendidos es Jesús como terapeuta. Allí explica que las parábolas pueden ser entendidas como parte de una terapia y que en ellas radica una fuerza sanadora. Ahí trata, además, el tema de la culpa. "Desafortunadamente, la Iglesia ha remitido a los hombres en exceso a la culpa y al pecado, con lo cual les ha inculcado una mala conciencia". Y frente a este sentimiento, analiza dos reacciones: "Nos volvemos duros con nosotros mismos, pero también juzgamos con severidad a nuestros prójimos".
Habla de la necesidad de liberarnos de las opiniones que los demás tienen sobre nosotros. "Solo así tendremos paz". Y asegura que no hay mejor lugar para encontrar a Dios que el silencio.
"Abrazo en mí lo fuerte y lo débil, lo logrado y lo malogrado, lo vivido y lo no vivido, lo claro y lo oscuro", ora con los ojos cerrados mientras el público, en el auditorio de una universidad bogotana, lo oye con fervor. Hay quienes creen que Grün acabará excomulgado o, al menos, expulsado del redil de la Iglesia Católica. Y eso parece no preocuparle.
Y es que Grün reconoce como uno de sus grandes formadores a Carl Gustav Jung, un médico suizo, discípulo de Sigmund Freud, y figura clave en la etapa inicial del psicoanálisis. "Grün dice que la psicología y el psicoanálisis nos sirven para reconocer cuáles son nuestras heridas, desde la infancia. Y cuando podemos reconocerlas, Jesús puede entrar a repararlas", explica la colombiana Carolina Salamanca, traductora oficial de su obra al español. Ella cree que los puntos de vista de Grün generan tanta ampolla porque ni la Iglesia ni los sectores conservadores aceptan la libertad de fe y espiritualidad que él propone.
Pero él no se espanta frente a las embestidas y sigue adelante con su cruzada. Considera que el mundo actual tiene muchas necesidades como para detenerse. Y habla, por ejemplo, de la globalización de la fe. "Si dejamos la globalización solo para los poderosos, sería una maldición para el mundo. Pero si se globaliza la fe, desde nosotros mismos, el mundo sería mejor".
Escribe sobre lo obsesionada que está la humanidad con el dinero, pero también del anhelo que existe en muchos de enriquecer el espíritu. "En el Antiguo Testamento, los sueños jugaban un papel importante para que los políticos de esa época pudieran gobernar. Los políticos de hoy en día no tienen ningún sueño", opina.
También habla sobre la sexualidad: "En todas las religiones hay una tendencia a ver el placer y la sexualidad como algo negativo. Pero esto, con seguridad, no corresponde a la esencia de la espiritualidad judaica y cristiana".
En sus libros, aborda temas tradicionales de la autosuperación: cómo alcanzar la felicidad personal, cómo sobrellevar el duelo y vencer el miedo al fracaso. "No hay un fracaso que no lleve a un nuevo principio", dice con serenidad en la voz. También habla del poder reparador del perdón, indispensable si se quiere alcanzar una verdadera paz espiritual.
Uno de sus libros más vendidos es Jesús como terapeuta. Allí explica que las parábolas pueden ser entendidas como parte de una terapia y que en ellas radica una fuerza sanadora. Ahí trata, además, el tema de la culpa. "Desafortunadamente, la Iglesia ha remitido a los hombres en exceso a la culpa y al pecado, con lo cual les ha inculcado una mala conciencia". Y frente a este sentimiento, analiza dos reacciones: "Nos volvemos duros con nosotros mismos, pero también juzgamos con severidad a nuestros prójimos".
Habla de la necesidad de liberarnos de las opiniones que los demás tienen sobre nosotros. "Solo así tendremos paz". Y asegura que no hay mejor lugar para encontrar a Dios que el silencio.
"Abrazo en mí lo fuerte y lo débil, lo logrado y lo malogrado, lo vivido y lo no vivido, lo claro y lo oscuro", ora con los ojos cerrados mientras el público, en el auditorio de una universidad bogotana, lo oye con fervor. Hay quienes creen que Grün acabará excomulgado o, al menos, expulsado del redil de la Iglesia Católica. Y eso parece no preocuparle.
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