Una boda sin palabras


La unión entre una colombiana y un estadounidense sordos se convirtió en todo un acontecimiento. Sordos de todo el mundo vinieron al emotivo matrimonio.

José Alberto Mojica, redactor de El Tiempo. 11 de diciembre de 2010.


Parecen los asistentes a la convención del silencio. En el lobby del Hotel Holiday Inn, en el norte de Bogotá, hormiguean ciudadanos de todo el mundo que se comunican en su lenguaje de señas. Pero no están en ningún evento sobre discapacidad auditiva, como se podría suponer.

Son 46 extranjeros que vinieron de países como Japón, Irán, Estados Unidos, Eslovaquia, España, Brasil y Chile, sólo con el fin de acompañar a un par de amigos, sordos también, en un momento crucial de sus vidas. Conversan sobre lo entretenida que fue la rumba de la noche anterior en el famoso bar Andrés D.C.; algunos se llevan la mano a la cabeza y simulan un gesto del dolor, para expresar el 'guayabo' que los embarga.

También conversan del motivo que los llevó a atravesar el mundo para venir a Colombia: la boda de la bogotana Adriana Palacio y el estadounidense Ruarc McHugh, que se celebrará hoy, por la tarde, en una hacienda de La Calera.

La fiesta será amenizada por un grupo de tambores, para que todos puedan percibir la vibración de los sonidos; tres bailarines de salsa romperán el protocolo y les enseñarán a aflojar la cadera a los visitantes y a disparar los pasos; la novia interpretará, con señas, una de sus canciones favoritas: What a Wonderful World, de Louis Armstrong. Los pajecitos de la ceremonia católica serán Takumi y Takashi, los dos hijos varones de sus amigos japoneses Nakajo y Takashi, de los cuales, uno es, también, sordo.

Adriana y Ruarc se conocieron en 1999, en la Universidad de Gallaudet, en Washington, la única universidad del mundo exclusiva para personas sordas. Ella estudiaba trabajo social e inglés, y él, historia. Sin embargo, su romance nació nueve años más tarde, cuando se reencontraron en la boda de los brasileños Ana Paola Myrick y Matthew Myrick, compañeros de estudio que se casaron en Río de Janeiro. Cuando estudiaban en la universidad, forjaron una amistad fuerte e incondicional, y prometieron acompañarse en momentos como estos.

"Nunca me había fijado en Ruarc; de hecho, los estadounidenses no me gustaban, me parecían muy engreídos", confiesa la novia, a través de su amiga Mónica Gallego, quien sirvió de intérprete para esta entrevista. Ruarc, por su parte, no tiene ningún recato en reconocer que sólo miró con otros ojos a Adriana cuando la vio, en vestido de baño, como una aparición, en las playas cariocas de Copacabana. Ahí empezó el romance.

Pero ella tuvo que venirse para Colombia y él regresó a Estados Unidos. Meses más tarde, Adriana fue a visitarlo a Colorado; después, él vino a verla y el año pasado se reencontraron en Asia. "Nos propusimos convivir cuatro meses en países como Japón y Vietnam, donde no podríamos comunicarnos con nadie y donde viviríamos en condiciones muy difíciles. Si superábamos esa prueba, tomaríamos la decisión de casarnos", cuenta Adriana, una bella mujer de piel blanca, alta y espigada, de llamativos ojos verdes.

A comienzos de este año fijaron la fecha: 11 de diciembre de 2010. Crearon un evento en Facebook, para invitar a sus amigos de universidad y a otros sordos, a quienes han conocido en viajes. "Al principio, pensé que, si venían 10, me daba por bien servida. Pero vinieron todos ellos", dice, emocionada, mientras señala a sus amigos en un bus turístico rumbo a Corferias. Como de regalo solo pidieron artesanías, para decorar el apartamento en el que vivirán en Nueva York, qué mejor que la muestra artesanal más grande del país que se realiza por estos días en Bogotá.

Ruarc, historiador y deportista extremo de 33 años, rubio y de cuerpo atlético, quedó sordo después de una altísima fiebre que invadió su indefenso cuerpo de dos meses de nacido. El hombre lee los labios que le hablan en inglés y ya reconoce algunas palabras en español.

Sonriente, dice que esta boda va más allá de su historia de amor con Adriana y del ejemplo de superación de ambos. Tanto Adriana como Ruarc tuvieron que enfrentar un mundo en silencio que les enrostraba que eran seres diferentes. Sus padres los descubrieron sordos y mudos a eso de los tres años; ambos fueron a colegios regulares, con niños hablantes; ambos fueron víctimas de burlas y exclusión.

Pero mientras más obstáculos encontraban en el camino, más robusta se hacían su personalidad y su espíritu. Ahora, al hablar de sus amigos, todos profesionales destacados en diferentes áreas que los acompañarán, dice: "Nos llena de ilusión que toda esta gente haya venido desde tan lejos a nuestra boda, viajando hasta 21 horas seguidas e invirtiendo tanto dinero".

"La amistad entre sordos es más solidaria y comprometida. Como sólo nos entendemos entre nosotros, los lazos de afecto y confianza son más fuertes", dice el británico Zhezad Nawab, al explicar por qué vino de Londres a la boda.Patricia Ordóñez, colombiana radicada en Estados Unidos, cuenta que está aquí no sólo para compartir con su gran amiga Adriana. Ella, que se destaca como diseñadora de modas en Nueva York, quiere que en su país sepan que hay colombianos como ella que han superado las barreras de la discriminación y que hoy son testimonios reales de fe en tierra ajena.

Los visitantes no son los únicos que han contribuido a que esta boda sea un cuento de hadas. Los empleados del hotel recibieron, durante tres meses, clases de lenguaje de señas para atender a los invitados. "El personal tuvo la mejor disposición de aprender", dice Andrea Beltrán, ejecutiva del Holyday Inn.

Quieren adoptar niños sordos

Adriana admite ser una privilegiada. "Mi familia me ha apoyado en todo y ha tenido las facilidades para darme una buena educación", reconoce. Ella estudió en un colegio regular, y aunque tenía dificultades en el aprendizaje, hizo su bachillerato, con la ayuda de una tutora y con la comprensión de sus profesores.

Por esa razón, lamenta que en Colombia los sordos sólo puedan superarse si los padres tienen recursos económicos. "Muchos ni siquiera saben leer ni escribir y así no pueden comunicarse; no les dan un trabajo porque nadie los entiende y sólo unos pocos logran llegar a la universidad", opina.

Ruarc lleva tres meses en Colombia preparando la boda y dictando clases de señas a los empleados del hotel. En ese tiempo se ha enterado de la situación en la que viven los sordos de este país. "Saber que no tienen una buena educación y que no les dan trabajo es algo muy frustrante", dice, al comentar que en su país todo está adecuado para atender a las personas que no escuchan.

Adriana y Ruarc transpiran amor. Cada uno dobla su dedo anular, gesto que significa que se aman. "Él es el agua de mis flores", dice ella. "Adriana me alegra la vida, me inspira. Nunca para de hablar ni de sonreír y eso me enamora", suelta Ruarc.

La luna de miel será en Tahití (Polinesia francesa). Luego, ella enseñará señas americanas (cada país tiene su lenguaje de señas, explica) en su universidad y él espera hacer investigaciones para el Gobierno de su país. Hay hijos en sus planes. Adriana ha trabajado con mujeres sordas víctimas de abuso sexual y con niños sordos de Colombia, Guatemala y Suráfrica, y, en ese voluntariado, ha podido conocer el mundo de indiferencia e incomprensión en el que crecen los niños con limitación auditiva.

"Este planeta ya está muy poblado y hay tantos niños sordos a los que nadie quiere, que preferimos adoptar", cuenta Adriana, quien, además, es repostera. Tenía un negocio de postres, que funcionaba muy bien hasta que se enamoró y empezó a viajar. El pastel para los 140 invitados lo preparó ella misma: es de chocolate y mora y en la cima dos muñequitos los representan a ella y a Ruarc, cada uno con una mochila wayú terciada.

Una celebridad entre los invitados
La mexicana Guadalupe Ontiveros, actriz célebre de telenovelas en su país y de películas como Las mujeres de verdad tienen curvas, y Selena, es una de las invitadas de honor a la boda. La artista es madre de dos hijos sordos: Nicolás, de 43 años, y Alex, de 37, y por esa razón siempre ha promovido la inclusión de la población con discapacidad auditiva. Nicolás vivió en la casa de Ruarc, con su familia, y son amigos entrañables. Por eso no podía faltar.

Ella supo que su hijo era sordo cuando tenía tres años. Más tarde, cuando quedó embarazada de nuevo, le suplicó a Dios para que la criatura que crecía en su vientre naciera normal. Pero no fue así. Según ella, lo más difícil de criar a dos hijos con este impedimento es la discriminación de la sociedad, y la falta de sensibilidad.

"La gente no entiende a los sordos y no hace el intento de entenderlos. Lo único que hace es dañar el autoestima y las ilusiones de estas personas”, advierte la mujer, que además de actriz es trabajadora social.Sin embargo, no se lamenta.

Hoy, está orgullosa de que sus hijos sean profesionales destacados y lo más importante, según ella, buenas personas. “Cuántos padres, con sus hijos con todas las condiciones, anhelan que sean personas decentes y honorables”.

Se creció la estrellita peruana de YouTube



Wendy Sulca se convirtió en una celebridad de Internet cantándole a la ‘tetita’ de su mamá, cuando tenía 10 años. Hoy es una adolescente con sueños y metas claras, a la que le resbalan las burlas.


JOSÉ ALBERTO MOJICA P.

REDACTOR DE EL TIEMPO

El mundo la conoció así: una peruanita de escasos 10 años, con una voz agudísima, cantándole a los pechos de su mamá en un video casero llamado ‘La tetita’.

De día y de noche, quiero tomar mi tetita, canta Wendy Sulca, ataviada con el atuendo folclórico de las mujeres de su país; es un vestido rojo de terciopelo con aplicaciones doradas. En el video aparece un grupo de infantes con las mejillas coloradas; una vaca amamantando a su ternero, una mujer alimentando a su recién nacido con los senos al aire y un racimo de cerdos pegado de las ubres de su madre.

Hasta hace cuatro años, Wendy era sólo una niña pobre que vivía con su familia en los suburbios de Lima, y de un momento a otro se volvió famosa. YouTube fue el medio que la condujo, de un solo tajo, del anonimato al reconocimiento mediático. Y tal vez, al desprestigio. Una nueva estrella freak, posteriormente vilipendiada, había nacido en las entrañas del Perú popular y en las desbocadas redes sociales.


Su fama creció como espuma gracias al estrafalario video. “La ‘tetita’ ha servido para fomentar la lactancia materna en mi país”, suelta Wendy con una voz que se le escapa suave y dulce, y sobre todo, honesta. Sus videos han sido vistos unas 11 millones de veces; al escribir su nombre en Google aparecen 1.900.000 resultados con blogs, artículos de prensa, parodias y burlas despiadadas. Sobre todo eso: burlas. Entre otros, el programa español Intermedio la remedó de manera humillante.

Tiene su propio canal en YouTube, un privilegio que sólo se dan artistas como Lady Gaga o Britney Spears. En Perú ya recibió disco de oro por las ventas de sus dos discos, prepara un tercero. En Twitter hay 14 cuentas a su nombre, pero sólo una es oficial; en ella, recientemente el cantante mexicano Alex Sintek le confesó que, al contrario de lo que muchos dicen de su voz –que es chillona y estridente-, él sí la considera una gran cantante.

Wendy Sulca es una adolescente simpática, ya con visos de mujer; en sus respuestas refleja una madurez que no es característica de una jovencita de su edad. Parece tener una coraza que la cubre de las críticas malintencionadas que hierven en Internet, y que le permite tener los pies bien puestos en la Tierra.

“Yo leo todo lo que escriben de mí. Antes me afectaba mucho, pero ya no. Mi mamá me ha enseñado que los artistas deben aprender de las críticas, sean como sean”, cuenta Wendy, quien este año volvió a sorprender a sus seguidores (y detractores) al unirse con otros dos artistas populares: la excéntrica Tigresa de Oriente (también peruana) y el ecuatoriano Delfín hasta el fin.

Es un video bizarro y cómico, editado coloquialmente; titulado En tus tierras bailaré, es un homenaje a Israel, un país del que ni ella ni sus compañeros tienen mayor información.
¿Puede una niña cargar con la presión de la fama y, sobre todo, con una crítica tan temeraria? Ella no sólo está segura de eso, sino que cree firmemente en que llegará a ser tan importante como las divas de su inspiración: Lady Gaga, Madonna y Shakira.

“He luchado mucho para llegar al lugar donde estoy, y voy a seguir luchando. Mi vida no ha sido fácil”, recuerda Wendy al recorrer los pasos del camino que la consolidó como una celebridad de Internet. Su debut fue en el colegio; luego, con la ayuda de su padre, que tocaba el arpa, empezó a hacer intervenciones en bares y cantinas de barrio en su Lima natal. “Teníamos que rogar para que nos dejaran cantar, siempre me tocaba de última. No teníamos dinero para volver a casa y teníamos que caminar”, rememora la niña, ahora con un tono nostálgico.

La muerte de su padre la marcó
Cuando su fama empezó a crecer en festividades populares, un suceso inesperado le cambió la vida. Su padre falleció en un accidente de tránsito el 6 de abril del año 2005.
“La muerte de mi padre me afectó bastante. Ya he superado ese momento, pero llevaré a mi papá siempre en mi corazón”, confiesa. No en vano, varias de sus canciones son tributos al padre que ya no está.

Libia, su madre, le preguntó entonces si quería seguir con su carrera. “Estaba dispuesta a darle la mejor educación posible, que viviera como cualquier niña de su edad”, relata la mujer, quien maneja la apretada agenda de la niña y compone sus extravagantes canciones, que para ella no son más que expresiones de la cultura popular peruana (además de la ‘tetita’, Wendy también le cantó a la cerveza).

“Varios productores me han propuesto manejar la carrera de Wendy; me han ofrecido buen dinero, pero no he querido. Eso sería entregársela a un empresario y es sólo una niña”, advierte Libia al dejar claro que más que una hija famosa, añora una hija feliz. Wendy Sulca nació en los polvorientos cerros de la capital peruana. Su casa, en obra negra, quedaba en el barrio San Francisco de la Cruz, del que logró escapar hace un mes. Junto con su madre (es hija única), se fue a vivir a un sector menos marginado y menos peligroso.

“Nosotras venimos de una familia muy, muy pobre, sabemos que es pasar un día de hambre. Estamos mejor, pero no tenemos plata como dice la gente”, enfatiza Libia al contar que debieron cambiar de residencia debido a dos atracos que les hicieron y a las constantes llamadas en las que insultaban a la niña o le hacían propuestas indecentes.

“Wendy ya es una mujercita, temo que la secuestren o le hagan daño; le temo mucho a la envidia de la gente”, añade la mujer y pide que no la tilden de explotadora. “Wendy no se hizo sola, yo la he hecho, con un esfuerzo enorme”. Wendy Sulca sabe que ya no es una niña y reconoce que sus prioridades también son distintas. Y más que eso, asegura que todo lo hace de corazón, convencida de estar haciendo un buen trabajo musical y de que no es una ‘payasita’ de Internet, como se lo han escupido en la cara.

“Sé que hay gente a la que no le gusta mi música, pero son más a los que sí les gusta”, dice ella, feliz, al hablar de las cosas buenas que le han pasado en su carrera. Hace un par de meses, junto con la Tigresa de Oriente y Delfín hasta el fin, fue invitada al YouFest (Festival de artistas famosos de en la red, en Argentina), donde interpretó una versión peruanizada de Like a virgin, de Madonna; participó en el más reciente video de Dante Espineta, y Calle 13 le propuso grabar una canción con ella.

“En Buenos Aires la gente me paraba en la calle, se tomaban fotos conmigo; me demostraron mucho cariño”. El próximo año tiene planeado venir a Colombia (en enero, su representante no confirma la fecha ni el evento) y luego pasará por Chile y México. También, en el 2011, empezará a estudiar canto –por primera vez- y actuación; en dos años más, cuando termine el bachillerato –termina el grado noveno-, quiere estudiar administración de empresas.

Sin embargo, el proyecto que más la emociona es la casa que le comprará a su mamá, a comienzos del próximo año, gracias a lo que ha ganado en sus presentaciones. “Estaremos más felices y seguras”, dice la niña emocionada y admite que, con el tiempo, espera superar el tema de la ‘tetita’.
“Quiero incursionar en otros géneros, tal vez pop o baladas”, comenta, eso sí, aclarando que nunca dejará de cantar los aires de su tierra. También trabaja en la producción de sus nuevos videos: revela que serán menos rústicos y extravagantes que los que la han hecho mundialmente famosa.

El periodista peruano Jaime Cordero opina que en Lima y en el “Perú tradicional” se observa a Wendy Sulca con extrañamiento, como una figura freak de la que nadie se siente orgulloso. Él cree que es más famosa en el interior del país y en las clases populares.
“Creo que el folclor peruano es mucho más rico que lo que Wendy Sulca tiene que ofrecer; de otro lado, no me parece que lo suyo sea motivo de burla”, dice Cordero.

No obstante, reconoce: “prefiero mil veces que mi país se haga conocido por Wendy Sulca que por Laura Bozzo (la presentadora de Laura en América)”.
Los días de Wendy transcurren entre el estudio y los ensayos de sus presentaciones. “Escucho música (Panda, Shakira, Lady Gaga), no voy a fiestas porque no tengo mucho tiempo. Soy un poquito tímida y reservada”. También se prepara para recibir el sacramento de la Confirmación. “Para Dios siempre habrá tiempo”. Lo que descarta, por ahora, es tener novio. Cree que no tiene edad para esas cosas.

Wendy Sulca también quiere alcanzar el éxito y tener mucho dinero para ayudar a los niños pobres de Perú. “Me preocupan mucho los niños de mi país que trabajan en las calles y en el campo, que los maltratan y pasan hambre, como yo la pasé”.